A fines de junio publicamos en esta columna los problemas ambientales, sociales y económicos que ocasiona el fuego en diversas partes del mundo, cuando es utilizado en prácticas agrícolas para la eliminación de cobertura vegetal residual de una cosecha previa o después de ella.
Las fuertes heladas que se registraron desde el jueves 11 de este mes hasta el miércoles pasado ocasionaron daños importantes en diferentes cultivos, incluido la caña de azúcar.
En el caso de este último, este intenso frío en toda el área agrícola provincial afectó, principalmente, el follaje. Este daño provoca la deshidratación de los tejidos de las hojas. Y debido a la época del año, en que las lluvias escasean y la humedad ambiental es permanente, este follaje seco es muy propenso a prenderse fuego rápidamente, lo que causa los daños por todos conocidos.
El uso del fuego en el sector agropecuario representa un riesgo, debido a los daños provocados en la calidad del aire, la pérdida de biodiversidad y empobrecimiento de los suelos de cultivo. Una quema agropecuaria debe ser eliminada como una práctica; aunque sea manejada existe daño ambiental, y si incluso no es bien llevada puede terminar en un incendio mayor, con drásticos daños. En esto viene trabajando permanentemente en la provincia la Mesa de Gestión Ambiental (MGA), que campaña tras campaña busca eliminar el uso del fuego antes y después de la cosecha de caña.
Se suman trabajos de otros organismos de investigación agrícola de la región, que de manera constante insisten año tras año sobre la importancia de eliminar el uso del fuego en los cañaverales y en el campo en general.
Todos sabemos que estos problemas se agravan cuando ocurren heladas como las que tuvimos en estos últimos días. A raíz de ello se debe trabajar en generar consciencia, para evitar que sigan apareciendo focos ígneos debido al comportamiento irracional y peligroso de algunos individuos, que generan grandes pérdidas para los cañeros y para la industria azucarera, y expone a riesgos significativos a toda la población tucumana.
Esta práctica tiene consecuencias negativas para la comunidad, al perjudicar la calidad de vida de las poblaciones cercanas a las zonas productoras y entornos de los ingenios. Además, genera el serio riesgo de que fuegos descontrolados afecten cañaverales vecinos, otros cultivos, la visibilidad en caminos y rutas, las líneas de energía eléctrica, entre otros, exponiendo a la población a daños y a accidentes.
Debido a ello estas organizaciones dan consejos para que el fuego no avance si aparece un foco ígneo.
Recomiendan que se deben manejar medidas preventivas prioritarias y fundamentales para lograr la eliminación de los peligros del fuego. Deben ser ejecutadas antes de la ocurrencia de heladas, ya que tras estas las malezas y cultivos, como la caña de azúcar, adquieren condiciones de alta combustibilidad.
Igualmente si las heladas aparecen es necesario mantener limpias las banquinas de la red caminera sin el uso del fuego, para evitar que el fuego ingrese a un cañaveral.
Es muy importante que desde el Estado se articulen con la Dirección Provincial de Vialidad, con las Municipalidades y con las comunas, medidas severas de manejo y de control, que aseguren la eliminación del uso del fuego para esta tarea. Para ello, se debe mantener limpias las banquinas mediante el empleo de equipos manuales o mecanizados, como las máquinas desmalezadoras.
Por su lado los cañeros deben mantener limpios los alambrados y callejones que rodean la finca y los callejones internos que separan los lotes y si se deja la cobertura de residuos de la cosecha sobre el suelo, deben hacer brechas cortafuegos dentro de cada lote.
La responsabilidad es de todos; y la sociedad en su conjunto debe asumir el compromiso de hacer todos los esfuerzos para eliminar definitivamente el uso del fuego del campo tucumano. Todos los sectores involucrados en la vida comunitaria deben asumir esta responsabilidad; no solo los ligados con la producción de caña: Gobierno; Municipalidades; comunas; dependencias viales; organismos de investigación, servicios y transferencia; el sector productivo, y la comunidad en general.
Hace falta un profundo cambio cultural en la relación de la comunidad con el fuego, para evitar los incendios accidentales y/o intencionales que tantos perjuicios ocasionan a la producción, al ambiente y la calidad de vida de la población.
Actualmente las condiciones ambientales y el estado de los cultivos son propicios para que los incendios se puedan generalizar. Resulta fundamental actuar con inteligencia, y llegar a cada sector de la comunidad, para que se tome conciencia del peligro del fuego y se actúe responsablemente.
La eliminación de la quema puede ser una realidad si se logran avances significativos al trabajar de manera permanente con medidas preventivas para disminuir las posibilidades de difusión del fuego en el área cañera de Tucumán.